miércoles, octubre 21, 2009

Gloria Dünkler





Gloria Dünkler (Pucón, 1977). Cursó la Pedagogía en Lenguaje y Comunicación (2003). En 2009 se titula de bibliotecóloga en Santiago de Chile, ciudad donde se desempeña como catalogadora en la biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.
Ha obtenido algunos premios, de los que se destacan: Tercer lugar nacional en el 3º Concurso de Poesía del Mundo Rural, FUCOA (Fundación de Comunicación del Agro, Ministerio de Agricultura, 2004); Primer lugar regional en el 12º Concurso de Historias y Cuentos del Mundo Rural, (FUCOA, 2004); Primer premio regional en el 13º Concurso de Historias y Cuentos del Mundo Rural, (FUCOA, 2005); Primer premio en el concurso de ensayo del CFT-UTEM (Universidad Tecnológica Metropolitana, Santiago, 2007); Premio Edición Certamen Internacional “Los Puños de la Paloma 2008” (Santa Fe, 2008). Gracias a este último, su libro Fûchse von Llafenko fue publicado. Ha participado en múltiples encuentros y lecturas, y publicado en revistas nacionales e internacionales. También ha sido becaria del taller de cuento dictado por la escritora Pía Barros.
Ha sido antologada en: Mujeres en la poesía chilena actual y Mujeres frente al mar (Santiago: Editorial Semejanza, 2000); Desde todo el Silencio (Argentina: Los Puños de la Paloma, 2008); y Comer con la mirada (Ediciones Desde la Gente, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Buenos Aires, 2008).
Su libro Fûchse von Llafenko será reeditado en Chile por la Editorial Tácitas.


"ANKUNFT DER EMIGRANTEN" (De Fûchse von Llafenko)


Las tierras de Llafenko jamás fueron un edén como se nos dijo. Las huellas yacían pobladas de espinas; lluvias y vientos resultaban devastadores, antojadizos y el páramo cerraba sus entrañas a la siembra. Frutos silvestres y ovejas ramoneando los prados se negaban a dejar su cautiverio; el bosque no se permitía derribar y los ríos se abrían paso con más furia. Las tierras de Llafenko fueron un laberinto de secretos, un enjambre de preguntas sin respuestas.




No fuimos descendientes de reyes ni licenciados
y mi abuelo recogía la nieve
amontonada en las calles de Hamburgo.
Lo único que trajimos fue coraje, el buche
y los sueños en las maletas.
Aferrados al mástil del buque
taconeado de niños enfermos
de vivir con la peste y el hambre,
de mujeres que parían en la cubierta
y otros que dormitaban en los pasillos
o de a tres en los camarotes.
La maldición de errar por los mares había terminado.




¿Qué sabe un forastero sobre tomar un buen mate?
Nadie le dijo cómo se ceba: si amargo o untado en miel,
hojitas de cedrón o cáscaras de naranja.
Que el agua no se deja hervir,
que amaina el apetito y sosiega la mente.
¿Qué pienso? Quizá me complazca
y un día me instale con mi bombilla
en la arena movediza de la yerba.




Tu trabajo es despejar los caminos,
inventarlos a machete y prender fuego a las campiñas.
No te conozco, indio, no te comprendo.
Vendido, rumorean los tuyos, apatronado,
¿y tú sólo guardas silencio?
Mientras fabricas la batea para salar nuestra carne
y junto al padre unes tu fuerza,
yo te observo y me pregunto:
¿quién te dejó esa cicatriz en la frente?




Mi oficio es construir, encender motores,
soltar amarras, no volver atrás.
La miseria se despidió de mí
agitando su pañuelo al viento
comprendí entonces, mi destino era triunfar.
Era sostener las esperanzas amarradas al cinto,
remar en busca de tu orilla,
sembrar el poema y dejarlo brotar.




Aquí nadie se conoce
ni sabe uno si la familia del vecino no vale un cobre.
Aquí podemos inventarnos una sangre,
un escudo, una leyenda, una muerte gloriosa,
podemos ser, si se nos place,
una estirpe ungida por el rayo.


 

DESBORDES Encuentro de arte femenino.Contacto:desbordesencuentro@gmail.com- Santiago de Chile, 2009.