miércoles, octubre 21, 2009

Luz M. Astudillo




Luz M. Astudillo (Santiago, 1981). Egresada de Literatura de la Universidad Diego Portales. Realizó como tesis un libro de poesía llamado cajita americana que permanece inédito. Actualmente es editora de la revista Grifo.


Pérdidas

Perderse en esos dioses
se traducía al riesgo
de olvidar nombre y origen,
sin aclarar antes:
En la tierra nos encontraron
y a la tierra pertenecemos,
plegados al ruido del relámpago
bajo los pies.
Y antes de ellos éramos solos,
porque nos habitábamos de aire
en los pulmones,
porque mascullábamos al padre
que La Madre nos hizo sin su ayuda,
entonces ella era al mismo tiempo
pájaro y vasija de mimbre,
el paso de las estaciones frente al mundo.
Que nos habitaron fantasmas
sin sombra ni bandera
y al forjarnos tristes
viajaron a latitudes contrarias
de las líneas de nuestras manos.
Cuando nos domó la fe, se apagó la infancia,
entonces ni llorar era un revólver contra el dolor,
porque la muerte se asomaba en la ventana
y no sabíamos qué hacer con ella,
porque los enemigos eran invisibles
y todos, lamentables superhéroes,
esquivando las trampas.



Después de

Todo es distinto después de Bolaño,
después es vacío
es abismo,
un hilito de sangre
que corre por los pasillos de la memoria,
la búsqueda del ombligo muerto
de todos los hermanos,
los jóvenes,
los América,
los poetas,
todos banderas tendidas en las calles
para pisotear las tradiciones
que cosieron nuestra lengua.



Del barro

A Blanca Varela


Me abismo en el hospital azul
de sus orillas,
donde crecen los narcisos
y el llanto de las madres
tuerce lo oscuro del lenguaje.

Esta es la historia de los relámpagos,
el aire dictatorial en el que vuela
cuando la lágrima se enciende
y flota espesa entre los campos.

Hubo una huerfanía, que por ser en ella
se hizo grito en resistencia,
cuerda suicida
y campana desnuda tiritando al viento.
Pero yo construyo el inicio de la sangre
sobre el barro,
la voz infinita que la persiste
siendo poesía aún en el silencio.



cajita americana

no nombrar, aunque
siguen vivos los fantasmas
detrás de la puerta
un solo crujido
y caminan sobre mis pupilas

callarse
tampoco fue el silencio,
un mínimo árbol
al fondo del patio
que era bandera
y señal,
poder decir naufragios
sin pensar América
el ombligo de otros continentes
muerte
y espectro,
la infancia
que no fue una fiesta

la cajita americana
escondida
bajo el colchón,
el rumor de todos los pueblos dormidos.



Raíz

Yo me hice silencio
para arrancarle vida al verbo
y descubrir mi identidad de barro
caída sobre el paisaje que sobrevivió a los metales.

Ya no quiero salir de América
ni perpetuar el significado de la historia
hablando del lenguaje tribal de nuestro rumbo.

Mi único origen es una cajita
escondida en el derrumbe de las paredes.



26 de mayo


"Después, nos comenzó a pesar el mundo"
María Negroni



Viene de tu claridad el golpe,
los sismos del aire construyendo paredes ciegas
donde llorar todos los días domingo.
Un comienzo que habita en los límites fríos
de mi cama, el sonido de los huesos traspasando la noche.
Definida por la posición lunar
por la velocidad del viento, eres canción transparente
donde iniciar el habla.
Existo porque de tu mano se extienden las palabras,
por el olvido acuático que encierra cada orilla
donde no nos hemos encontrado.


Del cordón, he traspasado la dirección del viento
y te crecen flores en el amanecer de la mirada
junto a los pájaros caídos adentro del barro,

soy silencio y me atraviesan hasta la médula,

al otro lado, el libro que contiene nuestro origen
es bandera sangrando por las costuras,
pero viene de tu claridad el golpe,
vuelos bajos sobre los maizales que callan y nos callan.
El galope desolado de la lluvia embarcándose en tus manos,
un nido hecho de asfalto para dejar de respirar
lentamente.



A otro vuelo


a Alejandra Pizarnik


Cerré los ojos para tu vuelo.
Cordones de palabras ardían tras la noche
y en el aire se encumbraban palomas
siguiendo la sombra de la lluvia,
una pequeña postal que me haría recordar
por siempre
el aterrizaje en el vacío
del dolor, simple y llano,
de las partidas.

El nudo en la garganta era tu nombre
una luz haciéndose paso entre los pájaros,
niña despertar de invierno atrapado sobre el colchón.
Y no era yo quien traspasaba las alas que tejió el viento
en tu espalda desolada que sostiene patrias mudas
que invita a la tristeza guardada en los espejos.

Y esperabas que los aviones te escribieran el libro
más silencioso del cielo. Hablabas para no decir.
Como inventando el lenguaje aéreo del abandono
la voz quebrada contra las piedras,
niña maíz en tierra de hombres.
Retornas sin cesar a cada signo que dejaste
en las puertas, al verbo inacabado
que sigue hablándome desde los árboles caídos.


 

DESBORDES Encuentro de arte femenino.Contacto:desbordesencuentro@gmail.com- Santiago de Chile, 2009.