miércoles, octubre 21, 2009

Yeny Díaz Wentén



Yeny Díaz Wentén (Los Ángeles, 1983). Ha sido incluida en las antologías Lautaro esquina Mendoza (Centro Cultural Víctor Jara, 2000) y en Aperitivo (grupo Concepciones de la Universidad de Concepción, 2008). Ha participado en el taller de la Fundación Pablo Neruda Temuco, dirigido por Clemente Riedemann, durante el 2007 y en diversos talleres de la ciudad de Los Ángeles. También ha participado en el Seminario de Reflexión Poética realizado en el Centro Cultural La Sebastiana dirigido por Sergio Muñoz, en Valparaíso. Este año participa en Antología en Movimiento ciclo de lecturas poéticas organizadas por la Fundación Pablo Neruda y en el “VIII Festival Internacional de Poesía de El Salvador”.


Animitas (de Exhumaciones)


A la orilla de la carretera hago de’o pa’ que me lleven al cielo.


El infierno de polvo le espera
prisión del paso
malva seca en invierno cruz de madera
y una guirnalda tricolor



Artemio Segundo Jara Pardo, 25 años,
arrastrado por camión. Desesperado
por contar la noticia, se casaría
con Josefina en septiembre,
ella plantó unas violetitas en el borde,
los enamorados le hacen mandas.

Cuando hacía el amor con ella
algo de plumas llenaba mi boca
era comer belleza
alcanzar toda la sal de la tierra
incrustarme en las estrellitas de sus cejas

Qué oscuro se ha poní’o mi corazón

Las violetas de mi borde se han secado
como yo en este pedazo de recuerdo
mi lengua roja larga
cuchillo de carne trata de alcanzar



Él tiene una enfermedad redonda dentro
sangra tan madura y ciega
tal enfermedad podrida entera
humana que le quiebra ojos y muelas
delgado y traslúcido es el amor de los vivos


Quédate mudo Artemio como todos.
Calla tu corazón.




Antenor Casio Sánchez Quintero, 46 años
lo pillaron colgado del cerezo junto
al camino de las Dianas. Se dice
que sus deudas
con el cielo eran infinitas
y su mujer Toda Vitalia huyó hacia el norte
con su hermano Cleofe de la Cruz.



¡Ay cuando los agarre señor!, les machacaré uno por uno los dedos,
la lengua les cantara desgracia
y sus soplos serán masticados por sabandijas.

La Toda era la más bonita del fundo
la muy quebrada hija negra de su madre.
¡Oigan mi rabia! ¡oigan
a lo lejos los animales de los hombres!



Dicen que las mujeres infieles nunca pasan por el camino de las Dianas
porque sienten que las tiran de las piernas. Antenor
está negro y amargo.




Los callados (de Exhumaciones)


"Y yo vine desde tan lejos pa’ puro perder mi gente"
Manuel Cruces


Eché mi suerte a correr entre la sangre de los vacunos
y a mi muerte cayeron sus cabezas
la semilla del asesinado comieron los animales
secáronse la tierra y gran manto que cubría el cuerpo

…calladita calladita que ya no vuelven más…

Difuntas estas cruces bajo el cerro
mi familia mi familia me enterró creyendo que sería piñón
floreció la maleza negra del ataúd
y la savia muerta manchó las manos de mis hijas blancas

Mis hijas mis hijas mi fruta
tienen ahora la manda del luto en sus caritas
que dios me perdone
que dios me perdone
por no que querer partir a sus terrenos

Teñido en la cocina y en estos
cuatro palos que son la mesa,
la cama de mi velorio,
desojado me voy con mi cara traspasada
traigo viento cenizo sobre esta casa
cerrarse la puerta para dios mandé
y ensuciarse los caminos para la virgen
no vuelvo Inés
que no me vuelvo

He dejado a mis crías sin leche
la promesa
¡qué me han hecho!
¡qué me han hecho!
este indio come tierra y sin raíz planta del aire es



Un muerto ni cien no merecen ver crecer
la tierra sin sentirla ni el pecho de su mujer solitario
penando salgo con una estaca atravesada en el espinazo
los vacunos negros rojos cayeron en el barro
sabían que corría por ahí la desgracia

La miseria de estar muerto podrá partirme
los ojos estos ojos oscuros
centro de la herida cortada la lengua filosa
de esta tierra para mis hijos
nuestra casa hecha golpe
montaña que abrió el rostro
al antiguo le cierra los ojos hoy a este indio

Mi padre se enrosca entre los cerros
montecitos de oro suyos
cruzó la montaña cordón de piedra
abandonar la tierra empezar de nuevo
para que su cría sea machacada hasta el cansancio

Un dios reventado se olvidó de nosotros
la promesa que me hizo el árbol
el viento la llevo lejos por el río
como a otros
yo rezo por ti para verte

¡No levantes el poncho mujer!
no lo levantes que arrastrándole
iré dejando camino pa’ que me busque uste’
allá donde está oscuro
nunca veremos el sol mujer
nunca más veremos el sol
yo estoy solo ahora

Mis pies Inés mis pies de indio
andan fríos en este calabozo
esperaré a que vuelvas
levanta la huerta por mi
que mis manos andan sin sentirlas
sin sentirlas Inés


Un dios plomo nos mira el aleteo desesperado
ave María pájara pulcra vela por mis hijas que voy
con la cara a culatazos
no puedo esconderme me llevaron

La ausencia desforma el destino de cualquiera
los grillos perdieron el aire
mis hijas han cogido las naranjas más amargas
ese árbol debió ser cortado
cuando perdió su dulzura
Tengo rajado el pecho
mi alma se quedó abierta en el entierro
en el río se perdió mi sangre
y la ropa quedó sucia tan sucias
junto a las palmas del matador

Una estela madurita me llevo al oeste
me hundo en el mar
con los ahogados.

Yo nunca vi este pueblo y
desde el cerro creí que eran plumas blancas
y al enterrar esta carne
nos sembramos junto a ella


Estos vacunos negros saben de la sangre
y soy polvo por la pena de dejarte
diles que no me maten
diles que no me maten
porque mancharan el porvenir

En la frente de un árbol
está escrito el perdón
y en el vientre limpio de mis nietas

Quedamos quietos después del ruido
y el cuerpo de mi hija
fue arrastrado sin compasión
cierro los ojos



Tengo pena
tengo miedo
no encuentro perdón
debiste arrancar pa’ la frontera mi señor
han roto el porvenir

No se rece más en esta casa o les sacaré la lengua a todos
no volverá
no se siente por el norte
la tierra se nos secó
y los árboles viajaron hacia el mar
allá va su dueño
arrastrando el poncho
remendado de nosotros

Nos quedamos solas tengo miedo
el hambre me quiebra la esperanza
llórale a dios pa’ que nos deje tranquilos
llórale pa’ que se olvide de nosotros


Eché mi suerte a correr entre la sangre de los vacunos Inés
y a mi muerte cayeron sus cabezas
me sembraron creyendo que sería piñón
y dios nos dio la espalda
y mi lengua se arrolló en mi boca
y sólo fui un montón de huesos y ceniza

Esto es la nada llena de ojos de carne y de piedras

y la lengua entonces señor será
y la tierra entonces señor será más negra que negra
inquieta he visto señor
la última vez que estuvimos juntos
perdí mis sueños mi quijada y tu cruz


He dejado la semilla exhumada
a mis nietas vivas las crías blancas
a mis nietas el perdón
montecito de oro suyo soy
rezo ahora en lo oscuro para ellas
y por los no nacidos
y arrancados
y siempre por los no nacidos
y los arrancados
Inés ya no vuelvo

ya no vuelvo



Domingo Solocea

Me he ido pudriendo tan callado
creciendo la larva dura
dentro del corazón
y la boca nunca fue tan dolora como
el despertar en lo oscurito
pudriéndome hasta el comienzo

Cea olvidado este nombre y su tristeza
de nacimiento en el seno de la gata
aquí
abajo
he de tragarme mi dolor
nunca entendí la quebrada ni el amor del agua
de mi Rosa
que se fue tan temprano con
lo enfermo que tiene el hombre
en esta tierra del infierno…


I lesos (de Exhumaciones)
Restos


Qué bestia ha roto la constelación justa de las montañas
y tiró tu carne a las ciudades
qué bestia atacó la atadura de los pájaros, animas, y ríos y tierra
quien cortó la estela de tu órgano más delgado
y voló tus cristalinos de un golpe sangroso

Qué gitano por el mundo te arrojó
y te escupió tan lejos como pudo
desterrando tu corazón de plumas
siendo la flor del aire el castigo de la pureza
cerros paridos por niños
y andar haciendo pactos con los cóndores
nos trajo purita sangre

Qué bestia devoró el pacto de las lenguas intactas
y quebró el agua de los esqueletos solos…
hueso quebrado de la montaña, pájaro sin vuelo
qué rumor de púas estranguló tu paso caluroso
y marcó tus ojos tan morenos de vergüenza?
qué Cristo que virgen te arrancó el espíritu
de las aguas y piedras y pumas de la sangre hirviente?

¿Qué Cristo qué virgen te arrancó el espíritu?



La chaycana

Hay una espesura en la distancia de la distancia del cielo
y mi reina en su hoja más pálida esqueleto
baja sus ojos largos a mí su habitante resignado

y mi reina chaycán señora monte
trae sus aires dentro de mis viseras
y la distancia de la distancia se abren al cielo
mis párpados para recibirla ligero

¡Ay! hoja mi chaycana vuela
hoja mi chaycán
abrazo el cielo para ella y la amamanto
de oro como manda mi señora
y la enjuago de piedras colorientas
y de vientos que no se ven por estos desiertos
mi espesura y mi reina
con su vuelo amargo su vuelo

hoja mi chaycana sube
hoja mi chaycana va
hoja mi chaycana monte
hoja mi chaycana vuelva.


 

DESBORDES Encuentro de arte femenino.Contacto:desbordesencuentro@gmail.com- Santiago de Chile, 2009.